En este episodio de Radio Españolizarte hablamos sobre la edad y el dominio de un idioma. ¿Crees que eres demasiado mayor para dominar el español? ¿Piensas que los niños aprenden más rápidamente que los adultos? Escucha el episodio y déjame un comentario.
Si te interesa el tema del aprendizaje de español en niños, te recomiendo que escuches el episodio 34 en el que entrevisto a Natalia Olcina de Spanischmitnatalia.com sobre bilingüismo y enseñanza de español a niños; estoy segura de que te va a encantar.
Transcripción
El otro día estaba hablando con dos amigas políglotas sobre aprendizaje de lenguas y una de ellas me dijo «ya, pero es que los niños aprenden más fácilmente que los adultos» y yo le dije «pues la verdad es que no estoy de acuerdo» y le expliqué mi opinión con el siguiente argumento. Yo creo que los niños tienen cuatro ventajas sobre los adultos.
La primera es que pueden adquirir un acento más parecido al nativo con más facilidad. Los niños más pequeños son capaces de distinguir diferencias muy pequeñas entre sonidos y, por tanto, con práctica reproducirlos. ¿Te ha pasado alguna vez que tu profesor te corrige la pronunciación y no llegas a oír la diferencia? En alguna ocasión, me ha ocurrido con estudiantes anglófonos y la pronunciación de la «p». En lugar de «perro», por ejemplo, el estudiante decía pehrro y le costó entender la diferencia. También me ha pasado como estudiante de inglés y polaco. Te puedes imaginar el proceso interno por el que paso cada vez que quiero decir la palabra «playa» en inglés. No obstante, no quiere decir que un adulto con el entrenamiento adecuado no pueda diferenciar y reproducir los sonidos. Lleva tiempo, pero no es imposible.
La segunda y también relacionada con la primera es que los niños no tienen los miedos y las dudas que suelen tener los adultos sobre el aprendizaje de una segunda lengua. Los niños más pequeños no se preocupan por los errores que cometen o pueden cometer.
Hace poco tuve un intercambio de español-polaco con otra profesora y lo que ocurrió me hizo abrir los ojos. Ambas tenemos experiencia aprendiendo y enseñando segundas lenguas, es decir, esta no es nuestra primera vez. En un momento del intercambio, ella cometió un error en español y yo le pedí que volviese a intentarlo porque sabía que ella conocía la forma correcta. Esto es algo que suelo hacer, porque sé que el esfuerzo por detectar el error propio y la autocorrección son muy útiles en la adquisición del idioma. En ese momento, ella dijo en voz alta «¡Oh, es verdad! ¡Soy estúpida!».
Me quedé a cuadros.
Le dije «¡No eres estúpida! ¡Estás aprendiendo!». Después me quedé pensando y me di cuenta de que yo hacía exactamente lo mismo, aunque no lo expresaba verbalmente. Yo también tengo esos pensamientos destructivos que me frenan en el aprendizaje. Aunque, por suerte, cada vez tienen menos impacto porque soy consciente de que son tonterías. Los pensamientos estarán ahí, pero el hecho de que lo pienses no significa que sea real. Sé que no soy estúpida; sé que aprender un idioma no es fácil; sé que todos cometemos errores; y sé que observarlos es la mejor manera de aprender de ellos. Así que «que le den» a ese pensamiento automático.
La tercera es que los niños suelen tener más input en el idioma y, además, este input suele ser variado y adecuado al nivel. Los padres, profesores, familiares y amigos, todos hablan a un nivel adecuado. Adaptan el ritmo y el vocabulario.
Yo he enseñado tanto a niños como adultos y me he dado cuenta de que los niños aprenden mucho más lentamente. Comparando a los niños que aprendían la lengua yendo a clases de español 2 horas a la semana y los adultos que hacían lo mismo, los adultos al final del curso eran capaces de comunicarse efectivamente y los niños no. Lo que pasa es que frecuentemente se compara el aprendizaje de idiomas de un adulto que lo aprende como lengua extranjera y de un niño que lo aprende como lengua materna y normalmente el niño que lo aprende como lengua materna tiene un montón de input en la lengua.
La cuarta es que los adultos tienen expectativas y necesidades más altas que los niños. Por ejemplo, los adultos queremos hablar de temas complejos: política, psicología, filosofía, informática o lo que sea que te interese; y, sin embargo, los niños hablan de temas mucho más sencillos. Además, volviendo al segundo punto, nos da miedo parecer estúpidos al cometer errores o cuando no encontramos las palabras adecuadas y utilizamos términos más sencillos y básicos.
¿Qué podemos aprender de los niños? Primero, que aprender pronunciación requiere entrenamiento dirigido y práctica. Segundo, que no debemos dejarnos invadir por los miedos y los errores tenemos que cometerlos. Tercero, que necesitamos exponernos al idioma de forma habitual y a un lenguaje que sea adecuado a nuestro nivel. Y, cuarto, que está bien tener expectativas altas y trabajar por conseguirlas, pero también es bueno saber utilizar lo que ya sabemos de la lengua para comunicarnos eficazmente.
La próxima vez que le tengas envidia a un niño por su facilidad para aprender idiomas piensa en estas diferencias e intenta sacar partido de ellas, porque, y esta es nuestra ventaja sobre los niños, los adultos tenemos una mochila llena de estrategias y recursos que los niños no poseen.
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